La RSC consiste
en proporcionar un enfoque ético a la empresa con el fin de mejorar la vida y
el entorno de todos los grupos de interés de la organización empresarial.
Por lo tanto,
la RSC obliga a las empresas a conducir sus negocios de una manera ética y
respetuosa con todo el entorno en el que tienen influencia.
Visto desde
este ámbito, esto implica un cambio importante en las organizaciones que va más
allá de meras aproximaciones más o menos oportunistas, más relacionadas con una
acción de RRPP que con una verdadera filosofía ética.
La aplicación
coherente y profunda de la RSC afecta a la estructura de las organizaciones, a
su misión y visión, a su cultura, a sus objetivos y estrategias, a sus áreas de
marketing y comercial, operaciones, I+D+i, RRHH, Estilo de dirección,
Liderazgo, Económico-financiero. Nada queda fuera del ámbito de un enfoque
ético si la apuesta por la RSC es firme.
La empresa debe
siempre tener un impacto social positivo sobre aquellos grupos de interés en
los que impacte. Debe actuar de forma ética y responsable con empleados
(conciliación laboral y familiar, beneficios sociales, etc), competidores
(respeto y cooperación), proveedores (colaboración, contratos respetuosos),
distribuidores (transparencia), clientes finales (productos y servicios de
calidad, información transparente y veraz), instituciones (actitud colaborativa
y cooperadora), medios de comunicación (apertura y transparecia), asociaciones
(colaboración), accionistas (implicación en la estrategia social) y
financiadores (cumplimiento de obligaciones).
La actividad de
la empresa debe ser siempre respetuosa con el medioambiente y los recursos
empleados también tienen que serlo.
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