Todas las empresas
emiten informes periódicos para diagnosticar cuál es la salud financiera de la
empresa, identificar los problemas y tratar de resolverlos con la mayor
diligencia posible. En este sentido, el flujo de caja constituye un
indicador esencial para conocer cuál es la liquidez de la empresa en un momento
determinado.
El flujo de caja
representa matemáticamente la diferencia entre los cobros y los pagos de una
empresa en un período de tiempo determinado. Ejemplos de cobros son las ventas,
el cobro de deudas, alquileres, intereses de préstamos, etc. y ejemplos de
pagos son el pago de facturas, el pago de impuestos, amortizaciones de deuda,
etc. La diferencia entre ambos conceptos constituye el flujo
neto, indicador de gran importancia para medir la liquidez de toda compañía y
determinar la viabilidad de un proyecto empresarial.
Evidentemente, si el
saldo de este indicador es positivo significa que los cobros del período han
sido superiores a los pagos del mismo, mientras que si el saldo es negativo los
pagos han sido superiores a los cobros. En general, la importancia del flujo de
caja radica en que constituye un excelente indicador
para determinar la liquidez de una empresa, proporcionándonos una información
clave para dar respuesta a preguntas como:
·
¿Cuánta mercancía necesitamos?
·
¿Podemos comprar al contado o tenemos que aplazar el pago?
·
¿Debemos cobrar al contado o podemos aplazar los cobros?
·
¿Podemos pagar las deudas pendientes en la fecha de vencimiento o debemos
solicitar una refinanciación?
·
¿Podemos utilizar el excedente de dinero en nuevas inversiones?
¿Cómo elaborar el flujo de caja?
Antes de proceder a
elaborar el flujo de caja de una empresa, debemos contar con la información de
cobros y pagos de la misma. Esta información debería estar recogida en los libros contables de la empresa. Es importante saber
interpretar estos datos de manera adecuada de forma que proporcione información
realmente relevante.
Para ello, es
importante organizar la información de forma correcta, diferenciándola entre
cobros y pagos de forma que el resultado sea la diferencia entre ellas. De esta
manera, tendremos como resultado los saldos del período (generalmente
mensuales), lo que nos permitirá proyectar los flujos
de caja para el futuro basándonos en los datos históricos. Esta proyección
permite, por ejemplo:
·
Anticiparnos a futuros déficit (o superávit) y tomar
las decisiones adecuadas de buscar financiación (o colocar el excedente en
inversiones rentables) de manera adecuada.
·
Establecer una base sólida para sustentar la solicitud
de créditos, presentándolo dentro de un plan de negocios solvente.
·
Anticipar las ventas (ingresos) de un período sirve, además, para ajustar
los pedidos solicitados a los proveedores y el proceso de fabricación de los productos, lo que permite, en última instancia,
evitar ciertos costes de producción y almacenamiento adicionales que puede que
no recuperemos.
Además, anticipar los
flujos de caja futuros sirve para medir la rentabilidad de los proyectos
empresariales, empleando métodos matemáticos como el VAN o el TIR, incorporando el coste de la financiación
bancaria o el coste de oportunidad de acometer esa inversión y no una inversión
en bonos de deuda pública, por ejemplo.
Asimismo, un registro
adecuado de los cobros y pagos del período sirven para determinar los costes
fijos, variables y el margen de contribución exigible al proceso productivo de
cualquier negocio para calcular el punto muerto o umbral de rentabilidad.
En definitiva, el
flujo de caja es un indicador muy importante y el principal aliado en cualquier
proyecto empresarial, no solo para calcular el desempeño pasado, sino también
para tomar decisiones financieras y elaborar presupuestos de cara al futuro.
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